viernes, 4 de enero de 2013

INALTERABLE


Foto: 
Eduardo Garcia (1998)
¿Se rige el destino de los hombres por alguna ley?


  A través de los años todo va cambiando, pero por alguna razón mis sueños, mis anhelos o mis deseos permanecen inalterables desde que tengo uso de razón. Aún no había cumplido cuatro años cuando a la pregunta, del sacerdote del pueblo (Don Marcelino), de qué quería ser cuando fuera grande, yo respondía sin dudarlo: —«¡De grande eu quero ser un tolo!».
  Por entonces el gallego era mi única lengua, pero no tardé mucho en ir a la escuela y aprender mi segundo idioma. El primer año fui víctima de las burlas de los compañeros por mis faltas al hablar castellano, pero aprendí rápido, y al siguiente curso ya había dejado la escuela del pueblo para ir a la capital, Bueno, era una pequeña capital de provincia donde los provincianos no eran tan diferentes de los pueblerinos, ni tan divertidos y libres como los aldeanos con los que me crié.
    Han pasado desde entonces más de cuarenta años, residí en varias ciudades, estudiando y trabajando en cada una de ellas, incluso viví durante años en la capital del país y en otras ciudades europeas para acabar instalándome, desde hace casi diez años, en un pueblo de la Comunidad Valenciana. Aquí tenía un bungalow desde Septiembre de 1997, mi refugio secreto, y  del que acabé haciendo un hogar cálido, repleto de  mucho amor.
    Formamos una familia nada convencional, una familia no reconocida por la iglesia católica pero sí por el Estado; somos dos hombres, unidos no sólo por un contrato matrimonial pues el amor que nos profesamos es la base de nuestra sólida unión. El hecho de que entre nosotros haya una diferencia de edad de veinticinco años también hace que a vista de los demás seamos una pareja singular. A nosotros esta realidad no nos crea ningún problema, puesto que nunca fue motivo de desentendimiento.
  Con nosotros viven dos gatitas tricolor, madre e hija: Sol y Luna; además tenemos un perro: Alí, una mezcla de pastor belga, foxterrier y mastín. Los cinco convivimos alegremente aunque somos Manuel, Alí y yo los que más tiempo pasamos juntos. Es un perro muy cariñoso y obediente salvo cuando se ciega porque su instinto supera su disciplina. Esto le ocurre cuando paseando se encuentra con otros de su especie y género, o ve alguna liebre, perdiz, zorro, o cualquier gato que no sean sus «hermanas». 
    A finales del año 1990 el amigo de mi mejor amigo, y con el que compartía apartamento en la calle Fuencarral de Madrid -la casa rosa-, tenía un don: predecir el futuro leyendo las manos o sintiéndolas, creo que las dos... Un día le sugerimos que nos tenía que leer el futuro, y al final lo hizo después de rogarle insistentemente; primero con Jose, al que le dijo únicamente que nunca le faltaría el dinero, y no quiso decirle nada más, alguna excusa puso que no consigo recordar. Efectivamente Fernando no se equivocó, pues Jose se murió al año siguiente en Santiago, y por supuesto, con dinero de sobra. Conmigo pasó un buen rato, y qué pena no tener grabado todo lo que me dijo. Pero de todas sus revelaciones, la que más me impresionó fue, que alrededor de los cuarenta años me retiraría a un lugar en el Mediterráneo y viviría bastante aislado, pero en pareja, Me veía escribiendo... Y eso es la realidad que estoy viviendo! 
 Según Armand Toulouse, «la trayectoria de un astro es pura matemática pero el destino de las personas no se rige por ninguna ley», yo no sé qué pensar; puede que no se rija por ninguna ley... pero ninguna ley aún conocida. Sí creo que hay algo que lo dirige. Jostein Gaarder dice, en su novela El Misterio del Solitario, que «el destino es una serpiente tan hambrienta que se devora a si misma», y luego que «el destino es una coliflor que crece por igual en todas sus direcciones». 
¿No crees que el destino se escribe día a día? Somos dueños de el, pero a veces también esclavos...
(c)Miguel Je