domingo, 25 de agosto de 2013

Carta que nunca te envié



 2.Februay'2006.Tuesday
Noche de insomnio: 2:35 AM. He subido al estudio, más de dos horas en la cama sin conseguir dormirme... ¿Angustia? ¿Ansiedad? Ambas al tiempo y sobretodo mucho miedo, tanto, que me entró hasta pánico.
Ya es Jueves, y fumo un cigarrillo de la última cosecha, apurando ya el último frasco. Sol y Luna se hacen mimos en el otro sofá, el de Pilar, la dueña de esta casa. Ahora ya no sé si juegan o empiezan a pelearse. Sol mueve alegremente su rabo como queriendo provocar a su hija, pero esta empieza a aburrirse y de un salto abandona a su madre y la deja sola en el sofá para beberse unos chupitos del agua del bol de Dean.
Los últimos días de la obra me están torturando. Son tan intensas las ganas de volver a nuestro hogar que mientras espero fumando me consumo. Siempre esperando, siempre fumando, y hoy no hay whisky, se lo bebió todo Pepet, mi padre valenciano, pero eso ya es otra historia que contaré en otro momento, hoy no tengo humor para ello.
Ahora me incorporo, y voy hacia la cocina a por un poco de ron, añejo como en los viejos tiempos; sólo falta la voz susurrante de Olvido Gara en mis oídos y podría retroceder unos cuantos años, tantos como 16 y encontrarme en Compostela en los primeros meses del 1990; eran largas noches escribiendo para planificar un futuro demasiado incierto por aquel entonces, todavía lo esperaba todo de la vida y además lo deseaba todo, no quería perderme nada. Noches dedicadas a inventarme un futuro en la más austera soledad. Dieciséis años después sigo haciendo lo mismo pero en unas condiciones, creo, mucho menos hostiles, algo he avanzado, sencilla evolución natural. Ahora ya no camino solo, están las gatitas, Dean (mi anciano pastor belga, mi primogénito) y, mi Manuel: mi Ángel de la guarda, mi mejor apoyo y el segundo gran amor de mi vida (el primero ya sabes que has sido tú). La vida ha sido justa conmigo y yo también he tenido la inmensa paciencia de saber esperar sin dejar de buscarlo. Estoy convencido de que Manuel ha sido un regalo de mi tía Herminia desde el más allá. A pesar de haberse ido hace tantos años jamás ha dejado de protegerme y cuidarme. Se murió con esa preocupación de saberme desamparado y se quedó en mi corazón para siempre, toda mi vida arropado por su infinito amor maternal. Siento que ahora ya está en paz, pero no por ello me pierde de vista.
Ron reserva Varadero, comprado hace años en el Plus -mi súper favorito en la actualidad, antes fue el Día, curiosamente ambos tienen en su logotipo el signo “%”, identificador de superficies de descuento y precios bajos, yo siempre tan ahorrador-. Me sienta mejor que el whisky.
Estoy ya más animado; hay que vivir el presente, disfrutar de cada día y no agobiarse por el futuro. “Si un problema tiene solución no te preocupes, si no la tiene tampoco te preocupes”. He de recuperar ese libro: “El poder curativo de la mente”. Me lo había regalado Ana y en una época de euforia lo presté, y no recuerdo exactamente a quién. ¡Una pena! Pero lo leí muchas veces y algo habré aprendido con ello, vamos, digo yo. Por cierto, hablando de Ana, tan sólo faltan unos días para su cumple, es «acuario» como tú y su padre. El de Elena fue hace menos de un mes, la llamé y tuve que dejarle mis felicitaciones en su buzón de voz. No he recibido noticias suyas desde entonces. Mis sobrinas son así de naturales. Por lo cual este año había decidido no escribirle a Ana mi carta-regalo habitual, pero es posible que cambie de opinión. Sí, muy posible.

Suspiro, pienso... ¡Ay, la casa, la puta casa! ¿Quién me mandaría a mí ampliarla? Pero para evolucionar hay que sufrir, y sé que en cuanto finalice el “obrón” y volvamos a Espacio Je todo va a ser maravilloso. Un sueño cumplido, mi mejor sueño, el más difícil, el que parecía más inalcanzable. Pero necesito ya mi ESPACIO, y abrirlo al mundo, producir, vivir sin preocupaciones y ser feliz.
ESPACIO JE está a punto de ser reinaugurado, mi sueño a punto de cumplirse. Será más grande, más del doble de metros cuadrados, más cómodo, más luminoso, con más estancias, más confortable para recibir invitados o cooperantes. El proyecto pensado y repensado, estudiado al milímetro se hace realidad. Resulta emocionante comprobar como cada noche se hace más real. Ese sueño alimentado durante toda mi vida va revelándose día a día. Hoy han puesto el mosaico de la ducha del aseo de la primera planta. Un baño de lujo, ya puede por lo que ha costado, pero será una estancia en la que surjan historias, de ella tiene que salir ARTE. Hay que rentabilizar la inversión. ¡Y ese balcón al Mediterráneo de madera de Iroco! Otro sueño cumplido; dos tumbonas mirando al mar, una imagen soñada cuando todavía vivía en Lugo y que aparecía en la portada de un disco de un grupo de Rock Sinfónico americano*, como todo lo tengo embalado en cajas no puedo decir el nombre concreto, mi memoria está muy tocada. Será la terraza de moda este próximo verano, al menos para nosotros.
Se me está ocurriendo que este cumple podría invitarte a conocer el nuevo Espacio Je. 

Podrías ayudarme a escribir algo en tus próximas vacaciones. Podría ser un buen reencuentro. ¿Tú qué crees? Vaya, te estoy escribiendo una carta como cada año. Sería un buen regalo para los dos el volver a vernos en Finestrat después de tantos años. Nos veríamos en mi terreno, el terreno que yo creé, por el que tanto he luchado, por mi lugar en el mundo, que es éste y aún no sé porqué. Pero sí sé que estoy en el camino. Toda mi vida he caminado hacia una estrella y desde aquí la veo cada noche, por eso creo que he llegado a mi LUGAR. La contemplo todos los días con alegría, con serenidad y me siento bien conmigo y con el entorno. No sé si tú ya has encontrado tu “lugar” pero cuando te sucede, eres consciente, y te sientes feliz. Sólo por palpar que estás donde tenías que estar.

Me he vuelto tan simple que hoy tengo puesta la radio -eso sí, Radio 3-, como antaño en Santiago, cuando sólo tenía la música de una radio-despertador y me dejaba llevar por la casualidad. Cada canción que oía tenía un significado, lo tomaba como un mensaje para actuar en consecuencia. Ahora suena música Dance y escribo bailando.
Si supiera describirte la casa en la que vivo, mientras continúan las obras en la nuestra, alucinarías. Es para verlo. Es la casa de al lado: el 51. Pilar, la dueña, mi vecina ginecóloga, hizo hace unos años la obra de ampliación, por lo tanto tiene una superplanta inferior. Ella nos dejó su casa y sus muebles, por lo que los míos están intercalados, dos hogares metidos en el mismo espacio. Sus cosas con las mías; somos de gustos opuestos, imagínate el grado de eclecticismo. Como es de noche y no se ve afuera, esto podría estar en cualquier lugar, fíjate un simple detalle: el teléfono es de esos que están colgados en la pared y que para oír tienes que descolgar un auricular y hablar a una especie de embudo que sale del cuerpo del teléfono, para marcar los números tiene la rueda giratoria en la que metes el dedo en el número deseado y giras hasta un tope. Todo lo de ella es falso, de imitación, y lo mío es lo que es y punto, sin falsas apariencias. Por todo esto, la casa tiene un aire de reciclaje. Desde luego el ambiente que hay es único.

Sobre la mesa en la que te escribo hay infinitas cosas. Varios mecheros de diferentes formas y colores, botes y frascos, muchas velas distintas -unas encendidas otras sin estrenar-, tabacos de tres marcas: Ducados, Fortuna y Cutters-Choice. Dos mandos a distancia, un plato de Sargadelos con una vela azul finiquitada, una tortuga de metal, un gnomo, otro tabaco (se llama Domingo, para liar). Una funda de gafas Armani de piel marrón sobre un libro: “La sombra del viento” de Carlos Ruiz Zafón, regalo de mi 41 cumpleaños hecho por Pepet. Varios CDs: el último de Javier Álvarez (Plan Be) y el último de Madonna (Confessions on a dance floor). Un cenicero robado de un hotel de Albacete el día de mi 38 cumpleaños (el San Antonio de 4 estrellas).
La música ha cambiado de Dance a Étnica. Hago un receso para echarme otro vasito del famoso Ron. Me sirvo el ron, y me paseo bailando por la casa observándola, y viajo cuando mis ojos se paran en algún objeto, el botijo que compró Víctor en la Vila al poco de estrenar Espacio Je, la jarra antigüa de lavabo de Manuel, la mesa de la tele que me hizo mi cuñado Pacolo cuando yo vivía en la calle del Orzán en la Coruña ¿te acuerdas? La TV que compramos en Continente (ahora llamado Carrefour), dos fuentes de Sargadelos regalo de mi hermana Elena, una con tomates y la otra con naranjas y limones. La cama de Dean, sus juguetes en una cesta de mimbre, Sol durmiendo en su sofá. ¡Todo un viaje!
¿Y yo? Vestido con albornoz blanco sobre una chaqueta de lana con cremallera frontal y pantalón de chandal de rayas horizontales, mis fantásticas zapatillas de Zara Home en los piés y mis Gucci de pasta años 40 para ver mejor lo que escribo. Esas gafas también tienen una historia para ellas solas. Prometo contártela si vienes a verme. Una orquídea blanca sin flores ya, bueno le queda una medio marchita, también tiene su historia. Si vienes te contaría tanto; tengo tanto que decirte. No lo sabes bien, y además, tantas ganas de hacerlo.

Y para terminar una exclusiva: dentro de unos días, el 9, yo estaré celebrando mi boda civil. Hubiera deseado que tú fueras uno de los dos testigos...

!!!FELIZ CUMPLEAÑOS!!!

*(Manfred's Man)
(c)Miguel Je

1 comentario:

  1. Escrito de cuando todavía vivía sometido sometido al miedo… Qué daño hace el puto miedo!!!

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