miércoles, 1 de febrero de 2012

BUENAS INTENCIONES


«No soy como ellos pero puedo aparentarlo
El sol se ha puesto pero tengo una luz
El día se ha acabado pero me estoy divirtiendo
Creo que soy tonto o quizá sólo sea feliz
Creo que soy feliz …»

Años después de haber sido sido editado ayer volví a comprarlo y no puedo dejar de escucharlo. Si estoy fuera de casa me sorprendo tarareando alguna de sus diez canciones, ahora mismo ha comenzado a sonar la ocho: “Deus”, tiene un no sé qué que me hace sentir como cuando tenía veinte años, me recuerda a un íntimo concierto en una de las noches compostelanas... Uhm, mi época en Santiago… Cierro los ojos mientras mis rodillas siguen el ritmo de una de mis favoritas del «Life's too you» de  The Sugar Cubes, siento como si intentara recordar una película, el recuerdo es misteriosamente como el de una película gastada, incluso en blanco y negro, pero sugerentemente erótica y sexual, muy excitante. Fueron, sin embargo, unos años que no cambiaría por nada, fueron esos años curiosamente donde sentí la alegría de la libertad por primera vez y por tanto un grato sentimiento asociado que ha quedado grabado en mi memoria. Me recuerdo, sobretodo, ilusionado; esperándolo todo de la vida, seguro de que estaba haciendo lo correcto y repleto de buenas intenciones. Éramos capaces de soñar en un bar tan frío como la piedra de sus paredes, estoy pensando concretamente en el Modus Vivendi. De qué manera pueden permanecer todavía en mi recuerdo tantas noches consumidas en lo que antaño había sido un establo, tan recio que aún conservaba los grandes comederos de granito reconvertidos en mesas sobre las que reposaban nuestras bebidas mientras divagábamos sobre el futuro, un futuro que ya se hizo presente sin que nadie de mis amores de entonces me acompañe. Sé lo que ha sido de Charo, mi primer y gran amor: felizmente casada, con dos maravillosos hijos y abogada. Ella trabaja de funcionaria interina en un juzgado del Ferrol y vive en la nostálgica ciudad de La Coruña. De igual manera sé lo que fue de otros de mis grandes amores: Manolo Allué, viviendo entre su adorada Tarragona y Nueva York siguiendo relacionado como siempre con el arte contemporáneo: pintando y vendiendo. Añoro de manera especial que ellos no sientan la misma necesidad de saber de mí. Curiosamente fue en el minúsculo aseo del Modus donde Allué me dio a probar mi primera raya de cocaina allá por el invierno del 86, hace ya casi veinticinco años. Será por esa agradable experiencia el motivo por el que muy de vez en cuando rememoro aquella ceremonia profana aspirando ese polvo blanco hasta la mitad del cerebro. 
Recuerdo con especial ternura una noche en la que lloraba en la cama calentitos, acurrucado junto a mi niña, de pura felicidad, me sentía inmensamente querido por ella y por Manolo, ellos dos eran todo lo que necesitaba. Un día me vi en la tesitura de elegir entre ambos y a pesar del mucho dolor que me produjo y de lo maravilloso que me las prometía Allué me decanté por Charo, les quería a los dos pero (yo y los peros) él me había dado un ultimatum y eso no me gustó ni un ápice, así que volví a A Coruña corriendo -bueno, en tren- con mi «gominolita». Ay, mi niña, lo que te echo de menos!!! A ti y a Fernandito, porque lo considero también parte de mí. Tú me lo diste todo, y yo casi, todo lo que era capaz de darte, por darte te di también lo malo y millones de disgustos, pero ahí estabas, siempre dispuesta  a comprenderme, siempre adorándome, yo también lo hacía y lo sigo haciendo, aunque no te lo imagines; no me hace falta. ¡Cuántas veces hablo contigo! ¡Cuántas veces te escribo! No me olvido nunca de nuestras fechas: el día de nuestro primer gran beso, un catorce de Abril después de salir, precisamente, del Modus. Sí, nos besamos, nos dimos la mano y nunca te la solté, yo nunca me separé de ti y tú… Bueno, tú, tú sí porque yo te apretaba tanto que te hacía daño, pero siento tus caricias, sé que alguna vez me sigues acariciando. ¿Cómo lo sé te preguntarías? Pues muy sencillo, siempre pienso que con tu poder y el de tu madre, y el de Allué y quizás el de Fernando os encargasteis de hacer que en mi vida apareciera una persona que lo tuviese todo para llenarme. Es igual que tú con pinceladas de Manolo, que se encargó de que tuviera unos ojos azul mediterráneo -era muy bueno haciendo colores- y  ¡tanta sabiduría! No me queda más remedio que admirarle. Lo tiene todo: tu bondad, vuestra belleza interior, tu capacidad de amar y soportar mis manías si límite… Es mi amante, mi amigo y mi marido. 
En fin, que la vida se encargó de que los tres tomáramos un día caminos diferentes y así vivimos, cada uno en un extremo del país. Charo mirando al Atlántico y los chicos a la vera del Mediterráneo, más cerca de aquel sueño de poner un chiringuito en su orilla. 
Unos años vividos en Compostela en los que estudié Biología, pero por encima de todo aprendí a vivir y a disfrutar con la vida. Era la persona más risueña de la ciudad, a veces aún sigo sonriendo pero no tan alegremente. Santiago no llegó a borrarme la sonrisa pero Madrid sí lo consiguió, allí se me heló el corazón; claro, por eso ahora vivo junto al Mediterráneo, esperando el deshielo.
Las buenas intenciones surgidas y alimentadas en Santiago se fueron perdiendo en Madrid donde a la fuerza me hice adulto. Todavía tengo miedo y ese miedo es el que me impide disfrutar plenamente de la estupenda vida que tengo, incluso a veces pienso que no hice tanto como para merecérmela, pero es lo que tengo y soy casi feliz, por aquello de dejar la posibilidad de mejora.
(c)Miguel Je 2012

2 comentarios:

  1. Que seas o no feliz plenamente es algo que solo depende de ti. Yo creo que estas en un error al sentir nostalgia de ciertos momentos en que esa plenitud de la que hablas te llenó de sensaciones y satisfacciones que, quizás, ya no volverán porque la rueda de la vida da vueltas y nunca, por razones de madurez, se vuelven a reproducir las mismas vivencias. Tu riqueza interior y tu inquietud son las fuerzas que te han guiado en todo este caminar, que tan bien describes, en torno a tus amores y demás sensaciones placenteras. Es muy difícil que la misma oportunidad se vuelva a presentar con idénticas circunstancias que las anterior. No podemos dejar nunca de lado que, el caminar por este "valle de lágrimas" no es una asignatura fácil de aprobar y, ¡mucho menos! de asimilar en su exacto significado. Qué duda cabe que por lo mucho y rápido que has vivido, que si hubiera que presentarse a algún examen sobre esta materia, tu estarías en condiciones de aprobar con nota porque has tenido la ocasión de atravesar vicisitudes varias que te te prepararon par vivir las siguientes y encontrar, siempre, una salida a tus aspiraciones que, si ahora no te colman y satisfacen, estoy seguro que algún día tu bondad, tu espíritu recto y tus afanes te conducirán a un triunfo porque estás en el camino recto y seguro. Esta es una sensación que, desde fuera podemos percibir todos los que con cariño sincero, aunque no sea el que tu esperas definitivamente, te seguimos y apoyamos con todas nuestras fuerzas.

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    1. No soy de los que pueden decir, precisamente, que tiempos pasados fueron mejores. No siento nostalgia por nada del pasado, simplemente me recuerdo más vivo, con más energía, mucho más despreocupado y sin haber conocido todavía la sensación de miedo, quizás sienta, sí, cierta nostalgia de cómo era. Un día perdí mi seguridad, la salud, conocí el miedo y la soledad y tuve que recomponerme. Lo conseguimos entre los dos, pero sabes bien que ha sido un largo proceso. Ahora todo es perfecto pero hay que seguir creciendo y mejorando. Ahora ya puedo, y juntos podemos el doble!!!

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