L. E. Aute
¡¡¡En dos meses tendré ya 47 años!!! Mientras me fumo un «vegafina», todavía puedo permitírmelo -por salud y economía- escribo en mi libreta naranja «guerrero», a la que le he añadido mi nombre, quedando el título de «guerrero Miguel», como el último CD de Javier Álvarez: «Guerrero Álvarez».
Me despertó Manuel a las 6 AM, le había dicho, antes de dormirme, a eso de las 2, que hoy quería levantarme muy temprano. Mi intención era venir a la playa, pues ya he comprobado que soy demasiado rústico para las piscinas. Soy una persona bastante contradictoria y extremista: o playa salvaje (ahora se les llama naturistas) o piscina «super-lujo», preferiblemente urbana, de esas que hay en las terrazas de algunos hoteles de muchas estrellas y que se puede ver la ciudad por encima, a la vez que saboreas un exquisito cóctel, pongamos un exquisito «mojito» artesano.
Pues aquí estoy, en un rinconcito de mi playa salvaje favorita, rodeado de tranquilidad, provisto de víveres, bebidas, un libro, periódico dominical, tabacos varios, mi libreta «guerrero», bolígrafo, crema protectora solar, teléfono móvil (claro!!!), toalla, sombrilla, gorra y mechero. Parece que me haya venido a «Supervivientes» y lo tenga todo para ganar. Además estoy solo. Manuel no quiso venir al final, pues estaba nublado cuando iba a salir de casa... a pesar de decirle que acabaría por despejarse para quedarse un día estupendo. Me suelo equivocar muy pocas veces en mis pronósticos, no sólo en los meteorólogos. Y sí eso ocurre (si me equivoco), siempre tengo un plan B disponible, incluso C y D.
Bueno, que estoy solo, y qué... Qué le echo de menos, sí. Pero que estoy feliz, también. Uno debe hacer lo que le sale del alma, y hoy me ha salido estar aquí. Y disfruto... disfruto de la vida, de lo que tengo, de lo que soy, del mar, del sol, del paisaje, de mi alegría y de mi buena salud. Sí, ya sé que en unos días me operan, y es posible que el postoperatorio se me haga un poco cuesta arriba, pero hoy es hoy, y el presente es lo único que realmente tenemos, y por eso con un simple lápiz y un papel ya soy feliz. Hombre... un cigarrito también lo agradezco, pero de eso ya se encarga el Universo, que siempre me da lo que le pido, e incluso lo que aún no sé que necesito; y no me ha sido necesario leer antes «El Secreto» para saberlo. La felicidad es esto, tenerlo todo sin tener nada, sentirse a uno mismo, sentir el Universo sintiéndose parte de el. Tener calor y poder refrescarte en el mar o en un río, o poder darse una ducha. Por cierto ahora empiezo a desear un bañito, nadar, bucear y sentirme como pez en el agua.
Pensaba terminar aquí, pero... «la vida te da sorpresas... sorpresas te da la vida», como dice Rubén Blades en su canción «Pedro Navaja». Resulta que en el agua me encontré con otro pez que nadaba sonriendo hacia mí, con un bigotito de gato travieso -a lo mejor era un pez gato (se me olvidó preguntárselo)-. Tantas preguntas en tan poco tiempo no es muy educado, además se dice que los peces no tenemos mucha memoria, de que nos serviría... En fin, el gracioso pez venía de Argelia, el mismo mar (como la novela de Amos Oz), y se llamaba Omar ( ¡¡¡OH MAR!!!). Me contó que era «bereber», y no árabe como yo creía. Él me explicó la diferencia a grandes rasgos pero que en ese momento me pareció muy sencilla. Nadamos mar adentro a la vez que parloteábamos, sin darnos cuenta de que ya estábamos demasiado lejos de la costa; las olas eran más continuas y más grandes, por lo que decidimos volver a la orilla. Él la alcanzó unos segundos antes que yo. Salimos del agua y le invité a mi sombrilla...Me di cuenta de que al salir del mar habíamos perdido la condición de peces y volvíamos a ser hombres, por eso pensé que tendría hambre y le ofrecí algo que comer, busqué en mi mini-nevera y saqué unos albaricoques... que comió con agrado después del esfuerzo que supuso nadar hasta la arena.
El teléfono me volvió a la realidad... y Omar desapareció no sin antes darme un beso de despedida y dejarme escrito su e-mail en mi libreta Guerrero (Guerrero Miguel).
El Universo siempre me da lo que necesito, quizás estaba necesitado de ternura y no lo sabía.
Es posible que, en el mismo mar, nos volvamos a encontrar.
©Miguel Je 2011
©Miguel Je 2011
Realmente, para los que te conocemos, el relato no ofrece comentarios.La vida hay que vivirla y no importa cómo ni con quien y..., el que no esté de acuerdo, ¡que le den!.
ResponderEliminarMuchas veces la felicidad está en las cosas sencillas: un cigarro, un albaricoque, un chapuzón, hablar (¿o soñar?) con un Omar.... Me ha gustado tu entrada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es Fernando!!! Me alegro de que te haya gustado. Muchos besos!!!
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